Después de más de 30 años de la primera entrega, Sam Raimi vuelve a coger las riendas de la franquicia que le dio a conocer al mundo entero para reconvertirla, esta vez, en serie de televisión. Estrenada originalmente en 1981, Posesión infernal (Evil Dead) era una divertida salvajada de bajo presupuesto que, sin tomarse nunca demasiado en serio, ofrecía una mezcla entre gore, terror y comedia slapstick con toques de cartoon.

La película tuvo una primera secuela en 1987: una especie de remake encubierto que trataba de superar al original con más humor y una mayor producción titulado Terroríficamente muertos (Evil Dead II). Finalmente, en 1992, Raimi cerraba la trilogía con El ejército de las tinieblas, donde nuestro héroe viajaba a la Edad Media para combatir una tropa de esqueletos infernales dando una última vuelta de tuerca a la saga.

Ahora, la televisión ha resucitado este universo bizarro, como si de uno de esos fantasmas malignos se tratase, movida, probablemente, por una corriente nostálgica que ya no sabe dónde buscar.

Una sorprendente frescura

Para sorpresa de todos, y a diferencia del remake cinematográfico que dirigió Fede Álvarez en 2013, la propuesta conserva la frescura, el ritmo, la estúpida ironía y el sentido del entretenimiento que tenía en su origen.

Uno de sus mayores aciertos ha sido recuperar al actor Bruce Campbell que, a sus 57 años, todavía muestra una fuerza cómica apabullante. Él es, junto a Raimi tras la cámara, el verdadero espíritu de lo que significa Evil Dead.

En el piloto, hemos podido ver que siguen presentes todos sus signos de identidad pero, al mismo tiempo, no renuncia a jugar buscando ampliar su imaginario (como en la secuencia de la muñeca). De acuerdo que no nos encontramos ante una obra maestra indiscutible del cine de terror pero, por lo menos, es consciente de sí misma y derrocha personalidad, a diferencia de otras adaptaciones como la reciente Scream (La serie) que ha producido MTV.

Ya veremos cómo evoluciona, ya que, con una línea narrativa tan simple, puede que la fórmula se agote pronto. En cualquier caso, ha llegado con una fuerza y una simpatía imparables y de la que deberían tomar nota otras propuestas más sosas y pretenciosas como Scream Queens o American Horror Story.

PUBLICADO EN: El Cotidiano