Uno de los elementos más importantes del tejido cultural de una sociedad son las iniciativas artísticas de los jóvenes. Es primordial que la nueva generación cuente con (además de sus actores y actrices que son muchos y muy buenos) voces que puedan transmitir su visión de un mundo cuyos constantes cambios los tiene a ellos casi todo el tiempo como protagonistas. En este sentido, el actor, dramaturgo y director Francesc Cuéllar ha empezado a postularse como uno de esos nuevos creadores con suficiente capacidad disruptiva, honestidad y pensamiento crítico para generar ese relato actual que nuestros escenarios parecen estar esperando.
Protocolos de acción frente a lo desconocido es una propuesta valiente que, sin esconder su carácter experimental, trata de reflexionar sobre el propio proceso de creación, la ausencia de esperanza del momento actual y la búsqueda de un significado último desde la duda y el miedo. El espectáculo tiene algunos hallazgos interesantes como el juego sonoro con un micrófono, el bádminton como recurso visual o un suelo resbaladizo del que los personajes no pueden escapar más que para toparse con la pared una y otra vez. Sin embargo, el tono escogido (desafectado y contenido) impregna de una cierta monotonía toda la propuesta que, si bien es coherente con el espíritu general, lastra un poco el ritmo y la capacidad cautivadora del conjunto.
Menos político y reivindicativo que Los bancos regalan sandwicheras y chorizos o My Lowcost Revolution, se echa de menos también que explote su sentido del humor de una manera más explícita o aparezcan fragmentos que traigan a escena un aire más enérgico y narrativamente revitalizante. En cambio, resulta más que evidente que se trata del trabajo más personal de Cuéllar. La intimidad e implicación emocional de sus textos son quizás lo más valioso de la obra, junto a ese monólogo cuya desnudez funciona con una fuerza metafórica muy poderosa.
Todavía queda camino para que Cuéllar llegue a ser un nuevo Rodrigo García o alcanzar el nivel de compañías como El Conde de Torrefiel. No obstante, tiene el empuje, la intuición y la curiosidad suficientes para llegar, algún día, a jugar en esa misma liga. De momento, ya está consiguiendo refrescar el panorama… que no es poca cosa.
ESCRITO POR: Iván F. Mula