Hace tiempo que se está notando cómo una nueva generación de actores i creadores de menos de 25 años está revitalizando el panorama teatral de forma notable. Una de las últimas incorporaciones a esta ola de refrescante talento ha sido Pau Escobar, al que pudimos ver, recientemente, en su debut como actor en una obra de teatro de larga duración en Si tinguéssim més coca, et demostraria com t’estimo. Ahora, con esta pieza de microteatro, Escobar se estrena como director, aportando una visión muy meticulosa y estimulante del sufrimiento emocional. Escrita junto a sus dos protagonistas (Eduard Fontana y Pere de Palol), la propuesta es un viaje desde el tormento juvenil hasta una oscura y (suponemos) trágica redención. Lo más destacable de El dos grisos es la dirección de unas interpretaciones minuciosamente perfiladas, logrando así transmitir el dolor, la violencia y la rabia con la energía adecuada. En cuanto al texto, su mayor acierto reside en los aspectos más alegóricos del mismo, con una metáfora como eje principal, no solo hermosa sino también profunda y llamativa. Quizás, en el balance final, la renuncia a enmarcar el relato en una estructura lineal y realista, lleva a la historia por caminos, en ocasiones, demasiado opacos y algo confusos. Sin embargo, su ambigüedad es también parte de su interés principal. Los autores han optado por dejar abiertas varias vías de interpretación, sin más pretensión que la de tratar al espectador como a un sujeto inteligente y respetar el enfoque que, de forma natural, requiere el personaje protagonista. Gran debut en la dirección teatral, en definitiva, de este polifacético joven que demuestra, sobre todo, una gran valentía y unos intereses a tener en cuenta.